Constitución de Honduras 1982

La Constitución de Honduras de 1982 se erige como un documento significativo en la historia política del país, resultado de intensas negociaciones entre líderes políticos y militares. Este texto constitucional se distingue por introducir cambios sustanciales en el panorama político de Honduras, con énfasis en la limitación del período presidencial y la prohibición de la reelección, medidas que buscaban promover una democracia más estable y equitativa. Un aspecto notable de esta Constitución es el papel otorgado a las Fuerzas Armadas como garantes de la democracia y protectores del orden constitucional. Esta disposición refleja la tensión entre el deseo de estabilidad política y la influencia histórica de los militares en el país, otorgándoles un rol específico en la salvaguarda del sistema democrático, especialmente en situaciones donde se perciba una amenaza contra la democracia o la integridad de la Constitución. En el marco de esta nueva Carta Magna, Roberto Suazo Córdova, perteneciente al Partido Liberal, fue electo presidente, marcando el inicio de una nueva era en la política hondureña. Su elección simbolizó el retorno a un gobierno civil tras periodos de predominio militar, y el compromiso del país con los principios democráticos y el estado de derecho. La Constitución comienza con un preámbulo que invoca la protección divina y la inspiración de los próceres de la nación, reflejando una profunda aspiración a la unidad centroamericana y un compromiso con la justicia social, la libertad y la seguridad. Este preámbulo establece claramente los ideales de una sociedad justa y democrática, subrayando la importancia de la realización plena del individuo como ser humano dentro de un marco de justicia y libertad. La Constitución de Honduras de 1982 representa un cambio en la estructura política del país, y simboliza un compromiso con la democracia, la justicia social y la estabilidad, aspectos esenciales para el desarrollo y progreso de la nación hondureña.