En Más allá del principio del placer (1919) Freud introduce el impulso hacia la muerte o la destrucción como una tendencia inherente de la naturaleza humana y una fuerza insuperable. Sin embargo, para Freud, la naturaleza humana es siempre bipolar, es el espacio en el que la tensión entre fuerzas opuestas se lleva a cabo, y donde ninguna de las fuerzas contrarias nunca puede estar completamente presente. La pulsión de muerte está en silencio y sólo se expresa en relación a la unidad de la vida. Por lo tanto, la existencia humana es una batalla entre rebeldes instintos de vida y los impulsos de destrucción. Freud y Kant comparten una sospecha común. Para Kant, la naturaleza humana no es pacifista; la paz es una conquista de la voluntad consciente. Sin embargo, la conciencia y su ámbito de aplicación son inherentes a la naturaleza humana. La naturaleza humana es también divalente de Kant. En paz perpetua, Kant postula que la naturaleza malévola de los seres humanos los convierte en seres asociales que actúan inmoralmente y buscan el mal. Al mismo tiempo, los seres humanos están dispuestos (por Dios) de la razón, lo que les lleva a buscar la paz perpetua.

Rosaura Martínez Ruíz.