Frankenstein

Frankenstein, la monumental obra de Mary Shelley, es un hito del romanticismo y el horror gótico, publicada por primera vez en 1818. La narrativa sigue la historia de Victor Frankenstein, un joven científico cuyo afán por desafiar las leyes de la naturaleza lo lleva a crear un ser a partir de partes de cadáveres. Shelley emplea un estilo gótico, lleno de descripciones vívidas y un profundo simbolismo que explora temas de la ambición desmedida, la soledad y las consecuencias de jugar a ser Dios. Las cartas de Robert Walton en el Ártico enmarcan la historia, añadiendo un nivel extra de desesperación y anhelo por la comprensión, que resuena con el lector y refleja los contextos filosóficos y científicos de la Europa de principios del siglo XIX, cuestionando la moralidad de la ciencia emergente de la industrialización. Mary Shelley, escritora, filósofa y activista, comenzó a concebir Frankenstein en una época de intensos debates sobre la ética de la ciencia y la creación. Influenciada por su entorno familiar, sus relaciones con figuras como el poeta Percy Bysshe Shelley y el filósofo Lord Byron, su propia vida marcada por la tragedia y la pérdida modeló su visión del mundo. A través de la historia de Víctor y su monstruo, Shelley plantea preguntas fundamentales sobre la naturaleza humana, la responsabilidad y el alienamiento en la sociedad moderna. Recomiendo encarecidamente Frankenstein no solo por su relevancia literaria, sino también por su formidable capacidad para profundizar en cuestiones existenciales que aún resuenan hoy. La obra invita a la reflexión sobre la ética del conocimiento y la creación, y es esencial tanto para aquellos interesados en la literatura clásica como para quienes buscan entender las implicancias contemporáneas de la ciencia y la tecnología. En resumen, Frankenstein es un texto provocador y atemporal que merece ser leído y releído en diversos contextos.