Historia de la biometría dactilar

Con el desarrollo de las oficinas de clasificación, el reconocimiento de huellas dactilares comenzó entre 1890 y 1900 según los atributos físicos. Durante este periodo se presumía que los registros de los criminales originales se mantenían más allá de una sola localidad o una sola parroquia. Sin embargo, los registros indexados con los nombres de los delincuentes eran vulnerables a la subversión mediante la adopción de un método de alias. Debido a este factor, se desarrolló la idea de indexar los registros de las mismas características corporales. Además, la opinión generalizada era que el registro británico de marcas distintivas enumeraba a los convictos por los mismos rasgos, como una cicatriz, un tatuaje o una marca de nacimiento (éste fue uno de los primeros esfuerzos). Los cambios en la jurisprudencia dieron lugar a una gran demanda de antecedentes penales. La demanda de un conocimiento más preciso de los antecedentes penales de cada delincuente hizo que la atención se desplazara del acto delictivo al individuo. Esto llevó a determinar el "tratamiento penal" individual, así como el tratamiento penal de los delincuentes primerizos y reincidentes. También se hicieron esfuerzos en este período para el uso de huellas dactilares para la identificación única, que estaba en gran demanda. Ayudó a verificar la identificación genuina de las personas.