ESCENA PRIMERA (D.ª Eugenia, leyendo un diario. Isabel y Amelia, ocupadas en concluir unos vestidos de baile. Julia, bordando en el lado opuesto.) AMELIA.-Julia, te prevengo que si no empiezas a tomar tus disposiciones para el baile, nos vas a hacer esperar. JULIA.-No importa, no iré. EUGENIA.-¿Cómo? ¿No irás? ISABEL.-¿No irás a un baile donde estará lo mejor de Madrid? AMELIA.-¿Y por qué razón no has de ir? EUGENIA.-¿Por qué capricho, has de decir? JULIA.-No estoy buena, me quedaré en casa. EUGENIA.-Como usted quiera, señorita. Mejor. Harto tengo yo que hacer con llevar a mi hija y mi sobrina, sin haber de estar también a la mira de mi pupila... Todavía me acuerdo del último raout o grante a que asistimos... éramos cuatro mujeres de una casa. AMELIA.-Parecía usted la rectora de un colegio de niñas. EUGENIA.-Amelia, no te pregunto a ti lo que parecía... pero lo cierto es que si ha de estar una sentada donde la vean, no es tan fácil encontrar siempre en el mejor sitio cuatro sillas. AMELIA.-Sobre todo, cuando una sola de las cuatro ocupa dos asientos. EUGENIA.-¿Qué dices? AMELIA.-Nada, tía mía; digo que he acabado mi guarnición... soy de su opinión de usted... tanto en el baile como en cualquier función es preciso estar siempre a la vista de todos.

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