El paciente con enfermedad crítica padece disfunción de uno o más sistemas mayores (sistema nervioso central, cardiovascular, renal, etc.) que amenazan la vida o la función de un órgano, por lo que la rapidez en la toma de decisiones es un factor que afecta de manera significativa la evolución del individuo. Algunos factores, como la edad, las comorbilidades o el diagnóstico clínico inicial, dificultan la toma de decisiones y pueden generar omisiones o acciones poco eficaces. Al pensar en un paciente críticamente enfermo viene a la mente un paciente en el área de terapia intensiva, con intubación orotraqueal, conectado a un ventilador, con catéteres, sondas, administración de fármacos vasoactivos y alto riesgo de muerte por disfunciones orgánicas. En la mayoría de los casos las intervenciones tempranas limitan el desarrollo de falla orgánica. El deterioro clínico se inicia con alteraciones sutiles, como confusión, disminución de la tolerancia a la vía oral, descenso de la uresis o variación en los signos vitales. Las alteraciones de las variables fisiológicas, como el estado neurológico, la frecuencia cardiaca, la frecuencia respiratoria, la temperatura, la saturación de oxígeno y la presión sistólica, predicen de manera bastante fidedigna la disfunción orgánica y pueden ser detectadas en todos los centros hospitalarios.

Rubén Antonio Gómez Mendoza. Presidente del Colegio de Medicina Interna de México. Acad. Dr. Raúl Carrillo Esper. Secretario Académico del Colegio de Medicina Interna de México. Francisco Javier González Moreno. Departamento de Medicina Crítica 'Mario Shapiro', Centro Médico ABC.