Los Relatos de Julio Garmendia, aquí recogidos, representan una ruptura respecto a la corriente literaria predominante de la época. Muestran el desapego del autor a las formas y temáticas propias del criollismo y el modernismo. La obra de Julio Garmendia puede considerarse como una de las primeras manifestaciones que anuncian un cambio en la literatura de Venezuela. Garmendia se anticipa a las voces de los artistas vanguardistas. Hasta entonces la literatura venezolana estaba anclada en el drama social y el indigenismo. Fue necesario que pasara un cierto tiempo para que nuevos preceptos literarios, que tenían como pilares la fantasía y la imaginación, empezaran a ocupar un espacio en la narrativa del país. Esta selección de Relatos de Julio Garmendia muestra su temperamento de escritor atípico. Un autor reacio a pertenecer a ninguna casta literaria, que nos legó uno de los estilos más propios y novedosos de la época.

Julio Garmendia nació cerca del Tocuyo (Estado Lara), 9 de enero de 1898 y murió en Caracas, 8 de julio de 1977. Fue un escritor, periodista y diplomático venezolano. En 1909 publica un pequeño ensayo en el diario 'El Eco Industrial'. En 1914 cursa estudios en el Instituto de Comercio de Caracas, los cuales abandona poco tiempo después para trabajar como redactor en el Diario 'El Universal'. Se relaciona con integrantes de la llamada generación del 28. En 1923 se traslada a Europa, y fija residencia en Roma, luego en París y más tarde en Génova. Allí ejerce el cargo de cónsul de Venezuela. Durante su estadía en esta ciudad, publica su primer libro, La tienda de muñecos, en 1927. La mayoría de los críticos coincide en atribuir a esta obra la inauguración del género fantástico en Venezuela; aunque reconocen que otros autores le preceden cronológicamente. De lo que no hay duda es que el libro representa una transgresión en la corriente literaria predominante en el país, que aún se encontraba muy apegada a las formas y temáticas propias del criollismo y modernismo. Su obra no fue extensa, ni tan periódica, por lo que ha sido más la calidad de la misma la que ha dado el puesto de honor al escritor. Desde los años cincuenta su obra comenzó a ser revalorizada. A través del cuento fantástico, el cual cultivó en sus dos siguientes colecciones de relatos, La tuna de oro (1951) y La hoja que no había caído en su otoño (1979), reaccionó contra la ficción del modernismo y criollismo. Realizó estudios críticos y asedios a los temas de su escritura, los cuales fueron reunidos en los volúmenes Opiniones para después de la muerte (1984) y La ventana encantada (1986).